25/12/12
¿Qué transita por tus venas? Te escribo porque cada vez que se acerca la navidad siento como si alguien muy querido estuviera a punto de morir. No veo en ella el oasis de paz y tranquilidad que se supone que es. Además, por lo que ha estado sucediendo últimamente, tengo la certeza de que Dios ya no quiere saber de nosotros. Hemos colmado su infinita paciencia y hoy vive resignado, dándonos la espalda, esperando a ver que otra pendejada cometemos. Dirás que soy un antisocial, pero hay un amplio sector de la población que me enferma. Y la cosa se pone peor en estas fechas en las que parece que todo el mundo desparrama buena onda. El tipo de gente que se fija en los pliegues de la ropa y no puede ver los del alma. Tú los debes conocer por la cantidad de pendejadas que te piden en sus cartas. Cuando hablan me hacen sentir que nada significo, que soy un extraño en todas partes, puedo ver que las palabras salen como basuras de sus bocas.
Ahora que se ha puesto de moda el asunto, una amiga me preguntó qué haría si un día nos dijeran que el mundo tiene las horas contadas mientras vemos las imágenes de destrucción en la tele. Como eso ya lo había pensado, la respuesta fue sencilla: echaría en una mochila las obras completas de Jaime Sabines, todos los discos de U2 y Radiohead, un discman y una botella de agua. Pasaría a ver a mi familia y antes de perderme en el bosque pedaleando suavemente mi bicicleta, entre la hierba y las hojas secas, me tomaría el mejor de los ácidos. Así las cosas, no te sorprendería saber que lo mas emocionante en estos día ha sido el concierto de James, quienes seguramente mas de una ves te escribieron para pedirte una guitarra.
Supongo que si hubiera una canción que nos definiera en algún momento, la tuya sería un villancico de Coca Cola y la mía sería un blues de Social Distortion “sometimos I do”, ese que dice: “A veces me gustas, a veces no, siento que me quiero ir, después no. A veces quiero vivir cien años, otras veces quiero acostarme y morir. A veces soy débil, a veces soy fuerte, sabes que lo he amado todo. A veces soy rico, a veces soy pobre, nada importa en realidad cuando estas muerto en el suelo. A veces soy caliente, a veces soy frío, a veces siento que estoy envejeciendo. A veces soy rapido, a veces soy lento, otras veces ni siquiera quiero ir. A veces río, a veces lloro, otras veces me pregunto por qué. A veces estoy arriba, a veces estoy abajo, otras veces quiero acabar con este pueblo”.
La verdad es que respeto mucho a quien puede mostrar una depresión a pelo. Debería tomarme algo ahora mismo, pero he llegado a la conclusión de que ninguna pastilla puede salvarme. Me he portado bien, me acomodo a lavar los trastes en la casa y en general he sido un buen muchacho. ¿Tú cómo ves? No me dejes solo en este laberinto de la sobriedad. ¿Crees que puedas traerme algo para alivianarme en ésta y todas las navidades? No se, algo debes de tener para mi en ese gran saco rojo, alguna droga cuyos efectos duren para siempre, un isla desierta para invitar a los cuates a escuchar sus discos favoritos, o a un compañero en una bicicleta que se atreva a ir hasta el fin del mundo…
Atentamente: El Cuyo.
28/03/12
Ojalá que llegue a puerto y te lo digo desde ahora: babéame la frente, quédate dormida. Déjalo todo y pálpame los párpados con cariño. Me lo dijiste, y lo note, y no se me olvida: Ojalá. Ojala fueras tú quien escucha esta música y ojalá, en serio, ojalá fueras tú quien sufre mis años.
Ojalá me invitaras a recorrer las vías contigo .Ojalá me ayudaras a ponerles dinamita para que nos atrapen; para gritar por televisión, en vivo, que no estoy para estos teatros; para abrazarte, besarte frente a micrófonos y bajo reflectores; para cargarte y abandonarte; para ir a la cárcel y levantar el puño en alto; para lanzar una consigna por una causa, que si no eres tú, entonces, ¿qué me queda?
Ojala el amor opacara la felicidad, de la que estoy harto. Ojalá vivieras tres segundos en esta copla que no tiene sentido. Ojalá tomaras esta luciérnaga que guardo. Ojalá el amor ahogara a perros y gatos.
Ojalá lo poco que poseo se subastara como baratija y me dieran dos pesos por la camiseta y uno por el cuerpo. Ojalá el auto que ruge a 10 kilómetros fuera el que estoy esperando: el de a toda velocidad, el de sin frenos.
Ojalá este fuera mi último trago. Ojalá fuera amargo. Ojalá te sentarás un rato a mi lado, quien quiera que seas, a soplar hormigas con un popote, a rascar barrigas de perro con un palo, a tronar cuetes y cuetones en el techo del vecino. Ojalá nos dieran de palos. Ojalá me hicieran correr. Ojalá un tsunami y un tornado me llevaran lejos de aquí atado a la pata de tu cama. Ojalá lloviera esta noche para sentirme realmente mojado.
Ojalá me dieras dos minutos de tu tiempo para resumirte estos años sin ti, los que no pienso recuperar y pienso desperdiciar en la punta de un cigarro.
(Ojalá alguien me expulsara del letargo).
e
16/11/11
26/05/10
Reflexiones de una mente apendejada.
Creo que a veces se nos va la vida pensando en cosas que en verdad no nos llevan a ningún lado, nos la pasamos pensando en que vamos a hacer para nuestra siguiente jugada, que vamos a decir, que nos vamos a poner. Creo que esta sociedad esta sumergida en una decadencia de la que cada año (o mas bien, cada sexenio) es mas y mas difícil salir de ella. El problema es que a casi nadie le importa lo que sucede día con día, la gente ya esta harta de todo y de todos, creo que no es su culpa, lo que pasa es que solo se están adaptando a esta nueva era que nos tocó vivir. Es increíble (al menos para mi) ir en el colectivo, levantar el rostro y ver los ajenos rostros con los que rozamos todos los días, ver su semblante, su aspecto, sus ojos, algunos se ven tristes, otros cansados, otros enojados… yo simplemente los observo y me pregunto que tienen tan mal en su vida como para estar así.
A estas alturas ya me es muy difícil razonar como otrora lo hacía, el platicar con mis colegas, mis contemporáneos, mis amigos, mis no tan amigos, acerca de los pequeños detalles que endulzan, si bien no la vida, al menos el día de uno; El ir caminando por las calles y toparte con una flor creciendo en medio de los cuadros de las aceras, es increíble ver como y a pesar de estar en una ciudad dónde ya casi no hay lugar para EL GRAN VERDE, aún se esfuerza y toma su lugar, como diciéndonos “mira… aquí estoy!!!”. Recuerdo una ocasión que me quedé sentado en una banca que hay en medio de algunos edificios que funcionan como plazas comerciales; había un par de niñitas que corrían de un lugar a otro pidiendo una moneda a la gente que pasaba, regalando su mejor sonrisa, una tendría como 8 años, pero la mas pequeña, la que apenas llegaba de puntitas al pecho de su hermana mayor, tenía un semblante sencillamente hermoso, sus ojos reflejaban toda la inocencia que raras veces he logrado ver, ella corría junto con su hermana, pero lo hacía de una manera tan alegre, casi saltando. Me percate que su padre no estaba lejos de ahí, el vendía algunas flores, se las ofrecía a las parejas que deambulaban por esos lares, a las señoras, en fin, él si tenía el gesto amargo que refleja la necesidad, el hambre, la carencia; pero esta hermosa criatura, no sabe lo que es no tener, jamás ha tenido, ¿una muñeca?, ¿ropa?, creo que son cosas que aun no le interesan, aun no esta esclavizada bajo los preceptos de esta sociedad, aún es LIBRE.